martes, 21 de julio de 2015

Monasterio

Me detengo un instante.
Dejo en su lugar las letras
y un mar amargo 
el plomo en mi garganta deja.
Te escucho, no en el fondo,
sino en la superficie llena
del aire, en las cosas que pasan
y se cuelgan
como las grises sábanas
al tendedero dulce del olvido.
No dejo de escucharte
en mi monasterio de trabajo,
no en el fondo, no, 
sino en el rostro profundo 
de las cosas que pasan,
el avión que estremece los cristales,
los pájaros que comen las croquetas,
las campanadas ocres del basurero…
y que pasan y me advierten
que tú estás aquí conmigo 
en la dulce zozobra de tu llave abierta,
amor mío, y vida de mi vida,
mientras mis perros roncan a nube a suelta.

Abraham Peralta 21 de julio de 2015 Casa Unidad Modelo

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